Desde el Parnaso

jueves, enero 16, 2014

Nuestro río, mi río Tajo


Aquí estoy de nuevo, subiendo al Parnaso, contemplando desde aquí  nuestra ciudad, nuestro maltratado valle del Tajo.

Dos años…., han pasado dos años desde la última vez que me senté, en la cima del Parnaso, a tratar de transmitir mis sentimientos,  emociones, mi rabia, mis alegrías y tristezas.

Han pasado muchas cosas en este tiempo en mi ciudad y en mi vida: seguimos perdiendo industrias importantes (Unilever) y amparándose en la crisis los políticos de turno nos recortan derechos  y prestaciones sociales que tantos esfuerzos costaron  conseguir; seguimos  pagando  las deudas de aquellos que no quieren compartir sus beneficios…..

Pero también han pasado algunas cosas buenas en este tiempo: me volví a casar, la familia ha aumentado y ya soy “tío-abuelo”, y….., aunque tiene su lado malo, la “ladrillitis” ha dado un respiro a este valle y proyectos como el del PAU de las Cabezadas han quedado paralizados y de momento podemos seguir contemplando las copas de los árboles cuando, desde el norte ó desde el sur, arribamos a  nuestro querido Aranjuez.

 Hace un par de meses, antes de que el fatídico 2013 acabara, se celebro una concentración en el Puente de Barcas para protestar contra el nuevo atentado contra el Tajo que “¿nuestros representantes regionales?” habían cometido al elaborar un “Memorandum” mediante el cual eludir la Ley estatal que podía poner fecha de caducidad a la sangría que supone el Trasvase Tajo-Segura.

Allí, junto al río, estábamos los de siempre. Quizás los últimos que pudimos bañarnos en nuestro río y que, quizás por eso, sabemos lo que estamos perdiendo o ya hemos perdido.

Había gente joven, si, es verdad, pero creo que muy poca dado que lo que esta en juego es nuestra forma de vida, nuestro entorno, nuestra ciudad.

Me acorde entonces, mientras oía una canción que pusieron en la megafonía del acto, de un texto que había escrito (creo que en el 2010) y que nunca llegue a colgar en este Blog.

Algunas cosas que se mencionan en él han cambiado y otras se han incluso agravado, pero no he querido cambiar nada, solamente he añadido fotos de nuestro río, de su antes y de su después. Solo espero que despierte la conciencia de alguien y que la próxima vez que tengamos que salir a la calle a defender al Tajo seamos unos cuantos más.

Por otro lado, quisiera comprometerme a escribir , a subir al Parnaso con más frecuencia. Pero………..


"Hace algunos años, en una tertulia radiofónica  que se celebraba los sábados por la mañana en Radio Aranjuez, uno de los tertulianos (creo que se llama Felipe Sánchez Ríos) hablaba de la perdida de la memoria en todo aquello que concierne a Aranjuez.

En un primer momento no entendí a que se podía referir con esta pérdida de memoria; pero ahora, pasados los años, creo entender perfectamente a que se refería.

 Solo tendríamos que preguntar a nuestros mayores por el Aranjuez que conocieron.

Mi familia, llego a Aranjuez a principios de los años cuarenta, mi abuelo viajaba desde Valencia al mercado central de Madrid con camiones de naranjas, y, al llegar a Aranjuez, una riada, puede que una de la últimas que el Tajo tuvo, le impidió continuar su viaje.

¿La última riada - 1940?

 El río  (que nos llevaba….) había abandonado su cauce y junto con el Jarama  había inundado todo el valle, no había forma de pasar hacia Madrid, y supongo que la vuelta por Toledo no debía ser tampoco posible.

En definitiva, mi abuelo se vio obligado a alquilar un local en Aranjuez y tratar de vender sus naranjas. ¿Resultado?.,  las naranjas se vendieron fenomenalmente (acudían compradores de todos los pueblos de la comarca)  y  los siguientes viajes tuvieron como destino Aranjuez y no el mercado central de Madrid.

Nació lo que todavía alguno de nuestros mayores recuerda como “El cuarto de las naranjas”, situado en la esquina de las calles Almíbar y Abastos, en diagonal con otro establecimiento, también desaparecido, histórico en nuestra ciudad, “El Noblejano”.

 Aquel “Cuarto de las naranjas” se convirtió en la frutería de “La Valenciana”  con lo que el Tajo se convirtió en el “culpable” de que, hoy en día, (habiendo pagado un enorme tributo, pues en el Tajo se ahogaron dos hermanos de mi madre el 15 de Agosto de 1950)  la tercera generación de mi familia siga establecida en Aranjuez.

 Aquellas riadas ya no existen, ya no causan daños pero tampoco aportan el magnifico abono que suponía el limo que las aguas dejaban al retirarse.

Hemos ido perdiendo la memoria y olvidado cuando había que atravesar la Mariblanca en barca debido a las riadas.

Seguimos admirando los enormes y espléndidos árboles de la Calle de la Reina (por cierto, ¿para qué sirvieron los chips que se les colocó hace unos años?),  pero nos hemos olvidado de los plátanos de igual tamaño que había en la calle Capitán o en la calle del Rey, o la carretera del embocador , o los que había en la margen izquierda de la carretera de Toledo en dirección a la estación, y otros y otros arboles que han ido cayendo uno tras otro en aras del mal llamado progreso y de oscuros intereses económicos de los responsables de turno.

La rotura - 1980

Nuestros visitantes y las generaciones más jóvenes de arancentanos se maravillan del entorno del que disfrutamos. Pero…. ¿Qué opinan nuestros mayores?, ¿Dónde quedaron los baños en el río?, ¿ donde se fue la playa de “la peseta”,  los domingos de baño en el embocador, la rotura, el chinarral, el rancho grande o la pavera?
¿Qué ha pasado con los sotos de ribera como los que había entre el Puente de la Reina y el embocador?, ¿por qué se consintió, a mediados de los ochenta, que los maizales invadieran el terreno de dominio publico de las márgenes del río?
El río que nos llevaba es hoy un simulacro de río casi comparable con el triste Manzanares que atraviesa Madrid. Su mermado cauce ha hecho descender el nivel freático y, con esta bajada, arboles centenarios como los que había en la carretera de la Pavera han ido “falleciendo” uno tras otro debido a la falta de agua o a plagas que les han ido restando las escasas reservas de que disponían.
La rotura - 1980
La rotura - 1980





Podríamos culpabilizar al trasvase Tajo-Segura de todos los males que padece nuestro Tajo y su entorno,  pero somos muchos los culpables.
La rotura  - 1998

Aranjuez, va perdiendo día a día su memoria y su identidad, ¿Dónde se fueron las huertas, donde la enorme variedad de frutales que albergaban, conoce alguno de los jóvenes arancetanos las manzanas de “verruga”?

Pero no solo es nuestra flora la que ha ido desapareciendo con los años, no es solo nuestro Tajo el que ha padecido nuestra desidia. Nuestra ciudad, nuestro casco urbano, las típicas corralas que dieron carácter a nuestra ciudad han ido siendo victimas de la piqueta especuladora de constructoras e inmobiliarias.

¿Quién recuerda que, al parecer, hubo un intento (afortunadamente abortado por un grupo de ciudadanos verdaderamente concienciados) de construir en el centro de lo que hoy son las calles del Príncipe e Infantas dejando como calzadas los actuales bulevares?
El rancho grande - 1980
Si  repasamos estadísticas de comienzos de los sesenta podremos ver que Aranjuez, después de Madrid capital, era el pueblo más importante de la provincia. Disponíamos de industrias importantes (EISA,LEVER,PIRELLI,MAFE,CEPA) una pujante agricultura que atraía incluso a quienes ahora son destinatarios del agua de nuestro río, ¿recuerda alguien que la “pará palacio” se convertía en secadero de ciruelas recogidas por agricultores murcianos que compraban las cosechas de Aranjuez?

Existían multitud de comercios, industria textil, conserveras……

Aranjuez era el centro no solo de la comarca de las vegas, era un centro de atracción de gentes de toda España buscando un futuro mejor.

Junto con la memoria como ciudad hemos ido perdiendo industrias, comercios, el agua, las cosechas, el Teatro Real. (¿Recuerda alguien que existía un Teatro de propiedad privada en la calle Stuart semi-esquina a Infantas?). Diversiones tan nuestras como los cines de verano (han existido cines de este tipo junto a la iglesia de San Antonio, en el Brillante, junto a la Telefónica, en la Plaza de Toros, en la calle de las Heras, en Stuart (el frontón), el Cine Nuevo de Verano en la carretera de Andalucía y el recientemente derribado Cine Moreras)

Hemos perdido prácticamente nuestros “Gangos”, los domingos en el río; un río que en verano se llenaba de bañistas provenientes de los pueblos del sur de la capital y que desgraciadamente todos los años se cobraba su tributo; hemos perdido los juegos de niños en el “bule”, y tantas y tantas otras cosas que nuestra memoria ha ido olvidando poco a poco.

Pero, desgraciadamente, en el futuro aun habrá otras cosas que, tras desaparecer, iremos olvidando. Ahora parece que le llega el turno a las pocas huertas, maizales más bien, que quedan. 

El rancho grande - 1998
Si sigue adelante el proyecto de las Cabezadas, todas las huertas que antaño poblaron cientos y cientos de frutales se convertirán (canales de remo aparte) en viviendas de cinco plantas; se unirán a la realidad del PAU de la Montaña, el cual, afortunadamente, no ha significado la desaparición de vega alguna; pero deberíamos memorizar el paisaje de Aranjuez y su vega para no olvidarlo (aunque quizás ya sea tarde) pues las construcciones en altura de este PAU, y las que se construirán en las Cabezadas, habrán alterado irremediablemente el paisaje de la Vega del Tajo.

No soy arquitecto, ni urbanista, solo soy un arancetano al que le gustaría no seguir olvidando lo que Aranjuez fue, lo que Aranjuez todavía es o lo que Aranjuez podría seguir siendo.

A finales de los sesenta y durante los años setenta Aranjuez se quedó estancado en todos los sentidos. El número de habitantes no crecía, las industrias empezaron a desaparecer, las huertas se transformaron en simples maizales, los murcianos dejaron de venir a recolectar a Aranjuez y se llevaron nuestra agua….

 Es cierto que estos años no fueron nada buenos para nuestra ciudad, pero por otro lado no nos convertimos en una ciudad como Alcorcón, Getafe, Leganés, Móstoles, etc.….

 Deberíamos aprender de tiempos pasados para no cometer errores. No podemos mantener un Aranjuez sin crecimiento; pero nuestro entorno, nuestros antepasados, nuestros mayores, las generaciones futuras de arancetanos nos piden, nos pedirán,  poder seguir disfrutando de los arboles, de los sotos, de los paseos, de la ciudad que Aranjuez es.

De nada sirve un “Paisaje Cultural de la Humanidad” si nos limitamos a conservar solo lo que esta dentro de sus limites, de que servirá si lo rodeamos de edificios y edificios sin personalidad alguna. ¿Alguien se ha parado a pensar que podríamos llegar a convertir el “Paisaje Cultural de la Humanidad” en una especie de Parque del Retiro de Madrid rodeado por cientos y cientos de casas ya sean unifamiliares o en altura?

Creo que todos deberíamos arrimar el hombro, hacer memoria, hablar con nuestros mayores para que nos ayuden a recordar y no olvidar; deberíamos recuperar aquello que podamos y conservar los que nos queda. Que antes de recalificar, urbanizar, construir, etc.….; se estudie y entienda Aranjuez como un todo, no podemos permitir que el paisaje de nuestra vega quede diluido entre edificios y que sobre ellos asomen tímidamente las copas de los arboles supervivientes. No podemos permitir que desde la cuesta del Regajal o desde la de la Reina, los edificios del PAU de la Montaña, las Cabezadas o cualquier otro PAU venidero, hagan desaparecer entre el cemento y el asfalto el paisaje que siempre nos ha caracterizado.

 Se han de buscar alternativas, ofrecer ideas que nos ayuden, recuperar actividades agrícolas que aporten puestos de trabajo y recuperen productos tradicionales de nuestras huertas como los “pericos” (espárragos blancos que se daban en nuestras campos); actividades turísticas que ayuden a recuperar las sendas de pescadores que existían a lo largo del río y hoy invadidas por maizales; sendas que podrían convertirse en rutas de incalculable valor ecológico para disfrutarlas a pie, en bicicleta o a caballo.

Busquemos industrias que ayuden a mantener un desarrollo sostenido de nuestra ciudad, para no convertirnos en otra ciudad dormitorio, pero impidamos que un excesivo y descontrolado crecimiento nos haga ir perdiendo, poco a poco nuestra identidad y nos aboque al olvido de lo que fuimos.

Ojala no seamos nunca objeto de una chanza como la que el marido de una compañera de trabajo hacia sobre un pueblecito de la mancha al comentar que debía ser un pueblo “muy fresquito”  pues tenia tres o cuatro arboles en la plaza.

 Si así ocurriera, habremos perdido la memoria a la que se refería el tertuliano, los arboles irán desapareciendo poco a poco, no iremos olvidando de los que teníamos y las generaciones futuras, al no haberlos conocido,  no los echaran de menos y cuando solo queden unos cuantos arboles pensaran que su pueblo es “muy fresquito”.

 Mi familia le debe mucho a Aranjuez y al Tajo, pues gracias a una de sus riadas nos encontramos aquí. Pero no olvidemos que “TODOS” les debemos mucho pues hasta el momento hemos podido disfrutar de una calidad de vida difícil de encontrar hoy en día.

 Consigamos entre TODOS que esa calidad de vida la puedan seguir disfrutando todos los arancetanos del futuro."